24. Como consecuencia de todo lo expuesto, ha de reconocerse que el mercado de la competencia imperfecta —el único existente en el mundo real— no es el reino de la providencial mano invisible benefactora sino, al contrario, el de manos bien visibles e interesadas, buscando el máximo beneficio privado a costa de quien sea y de lo que sea. Incluso en la medida en que hay un alto grado de automatismo en el funcionamiento del mercado, no siempre se obtienen los mejores resultados con criterios económicos, sobre todo si aplicamos puntos de vista éticos, sanitarios, de orden público y otros. Esta conclusión no es un argumento en contra del mercado, mecanismo indispensable para la distribución económica, sino que pretende subrayar el hecho de que el mercado no puede existir —ni aun el más libre— sin regulaciones, siquiera sean las de un marco jurídico. Y también que, en mayor o menor medida, los poderes públicos siempre han ejercido alguna intervención en los mercados, con medidas orientadoras, compensadoras o restrictivas.
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