sábado, 10 de octubre de 2009

La ley de la selva

16. Obviamente los demandantes con más dinero podrán llevarse más fácilmente lo que deseen, privando, en su caso, a otros demandantes. También los vendedores más dotados podrán utilizar recursos publicitarios y otros medios para aumentar su clientela compradora a costa de sus rivales más débiles. Como puede suponerse, los más fuertes, tanto si son compradores como vendedores, pretenderán que en el mercado pueda operarse con la máxima libertad, para poder usar sin trabas sus capacidades competitivas, mientras que los más débiles desearán limitaciones a esos poderes, sobre todo cuando sean extremos, como en el caso monopolístico. Esta situación puede generalizarse siempre que haya enfrentamientos de oponentes desiguales. Y puesto que en el mercado el dinero es el que da la «libertad de elegir» resulta que en el mercado llamado «libre» los poderosos efectivamente eligen mientras que los débiles se resignan con lo inferior o con nada. Aquellos, claro está, no quieren tasas ni intervenciones correctoras; son los menos dotados —la gran mayoría, dada la distribución de la riqueza— los que desean controles de calidad, vigilancias contra abusos y demás posibles defensas.

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