Ana Sánchez - ABC
La irritación era inevitable en las dependencias de la vicepresidenta y coordinadora del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, que rápidamente empezó a atisbar que lo que Educación contemplaba como un simple ajuste iba a convertirse en un problema político de primera magnitud, según varios miembros del Gobierno. La medida ponía en la picota la seguridad jurídica que el Gobierno de Rajoy tanto se precia en defender, llegaba en plena campaña de presupuestos, sumaba una nueva polémica educativa y suponía un ataque a la línea de flotación de las familias de clase medias, principales perjudicadas con el recorte.
Santamaría, decisiva
La alarma de Santamaría alcanzó su punto álgido a primera hora de la mañana y habló entonces con el portavoz parlamentario y colaborador de confianza, Alfonso Alonso. Ambos coincidieron en que Educación debía dar marcha atrás. El remate llegó cuando los barones regionales empezaron a cargar contra la medida y la Comisión Europea -que subvenciona parte de las becas- advertía de que el Ejecutivo debía haber avisado a los estudiantes antes de que se desplazaran.
Según Moncloa, el ministro de Educación, José Ignacio Wert, telefoneó a Saénz de Santamaría para estudiar posibles soluciones. Otras fuentes señalan que la vicepresidenta decidió poner sobre aviso al presidente del Gobierno y proponerle una rectificación a la que Rajoy dio el visto bueno.
Ahí entró en juego el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que no puso problemas en reorganizar recursos. «Debemos escuchar y ser sensibles, buscar soluciones», advertía Alonso en el Congreso preparando el terreno a la marcha atrás de Wert. La solución se sustanciará probablemente en los próximos días vía enmienda a los Presupuestos de 2014.
«Nadie rompió una lanza por Wert», explicaban ayer fuentes populares que apuntan que una conclusión se repetía en todas las conversaciones. «Las becas de este año no se pueden tocar, las del año que viene veremos quien las gestiona». Y es que ésta es la segunda vez que Wert decide ir por libre y es llamado a capítulo. Ya le sucedió cuando no consensuó la reforma educativa. «Su continuidad depende del presidente, pero es evidente que ha perdido apoyos», apunta un dirigente popular. Wert, en cambio, también en esto va por libre. «Me siento apoyado», señaló ayer tras rectificar en los pasillos del Senado.
El pasado mes de junio, Educación también tuvo que matizar una de sus decisiones más polémicas. Si el ministro generó fuertes protestas tras plantear una nota mínima necesaria de 6,5 para optar a una beca universitaria, días después convocaba una rueda de prensa para «matizar» dicha decisión y rebajar la nota al 5,5. Wert se justificó entonces apuntando a «argumentos de las comunidades autónomas y de otros sectores» que le había parecido «dignos de ser recogidos».
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