El fondo de inversión que gestiona la institución privada afirma que con los 275 despidos se adapta al mundo virtual. Los docentes imparten menos horas de clase porque el resto son enlatadas
En noviembre de 2020, técnicos del Ministerio de Universidades reunidos en charla informal con la prensa fueron muy claros: resulta “estupendo” que un fondo de inversión gane dinero con la gestión de una universidad, pero antes que nada debe de preocuparse de que sus alumnos reciban una educación superior de calidad en una institución que imparta docencia, investigue y difunda su conocimiento. Apenas dos meses después de este encuentro virtual, la Universidad Europea (UEM), que apenas investiga, negocia con su comité de empresa un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) a 275 trabajadores (la mayoría profesores).
Los despidos, si no se frena el proceso, van a llegar dos años después de que un fondo de inversión, el británico Permira, cogiese las riendas de una universidad española por primera vez en la historia. Y Permira hace también historia con su ERE, porque no ha habido otro al colectivo docente antes (la Politécnica de Madrid hizo uno a su personal de servicios en 2013). Las palabras de los técnicos del ministerio, sin duda, iban dirigidos a la Europea, pues solo hay otra universidad privada, la Alfonso X el Sabio, que ha pasado a manos de un fondo de inversión.
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Laureate Education, que se define como la mayor red global de instituciones académicas de educación superior del mundo, vendió en el primer semestre de 2019 por 770 millones de euros la Universidad Europea de Madrid, la Universidad Europea de Valencia, la Universidad Europea de Canarias y otros dos centros de Portugal ―la Universidad Europea en Lisboa y el Instituto Português de Administração de Marketing― a Permira. En total, un negocio con 26.000 estudiantes. Fueron muchos los fondos interesados y siete llegaron a la recta final.
El ERE se entiende dentro de “un proceso de modernización del modelo educativo y de gestión en respuesta a la clara evolución del sector”, explica la universidad a este diario, “y ello implica la transformación y digitalización de la organización”. En ningún momento Permira alega motivos económicos ―no puede hacer un ERE en ese caso sin pérdidas― sino de “reorganización” de su estructura.
“Bajo la dirección de Permira, estas instituciones mantendrán el énfasis en seguir brindando una enseñanza de alta calidad, proporcionando experiencias de aprendizaje nuevas e innovadoras”, prometió Pedro López, director de Permira en España. Y esas “experiencias de aprendizaje nuevas e innovadoras” han derivado, explican los profesores, en que cada uno de ellos preparó el curso pasado “materiales digitales”. En una plataforma cada docente tiene su “bloque digital” compuesto por lecciones enlatadas, ejercicios y vídeos que ha generado que equivalen a las 12 horas de clase que ha dejado de impartir.
En una carta, presidencia explica a la plantilla que han dejado de ofertar las asignaturas de menos demanda y han “sacado del porfolio 118 programas e incluido 91 nuevos”. Enrique Corrales, del sindicato USO y presidente del comité de empresa, asegura que esa cifra “está muy hinchada”, pues incluye cursos de expertos, grados que hace cinco años se extinguieron u otros que han cambiado de nombre.
La UEM cuenta a este diario que ha invertido 3,7 millones en digitalizar 292 aulas con equipamiento tecnológico y otros 4,7 millones en el portal del estudiante y otros servicios para “reducir paulatinamente la burocracia”. “Hemos pedido las facturas y no nos las han entregado porque la digitalización la hemos hecho nosotros con nuestro esfuerzo”, relata Corrales. “Nos han rebajado los créditos [horas de clase] por los bloques digitales y los alumnos se quejan porque no pueden interactuar con el profesor, preguntarle las dudas”, continúa el profesor y sindicalista. Cada universitario paga entre 1.100 y 1.200 euros al mes de matrícula y las clases se imparten presencial y online.
La Asociación de Estudiantes de Psicología ha mostrado su descontento en un comunicado. Aseguran que se matricularon atraídos por la interacción con los profesores y recuerdan a la universidad que ellos siguen pagando las cuotas de matrícula mensuales y que, llegado el caso, podrían denunciar por incumplimiento del contrato si todo se pasa a virtual.
La universidad no certifica la subida de alumnos este curso que el comité la cifra en un 7%, provocado en su opinión por el interés de estudiantes extranjeros en las enseñanzas en remoto. “Están aprovechando el momento de la pandemia para la digitalización y cuando termine ofrecer blended (mezcla), clases presenciales y online”, continúa Corrales, quien asegura que en 2019 la empresa creció un 8%.
Los campus tendrán dificultades para cumplir los requisitos de calidad científica en la criba de calidad que prepara el ministro Manuel Castells. En 2019 apenas se defendieron 13 tesis en la sede madrileña y ninguna en las otras dos universidades, que son muy jóvenes y ni siquiera tienen programas de doctorado (van a estar forzados a ofertar al menos tres).
Fe de erratas. En una versión anterior se afirmaba que los alumnos recibían solo clases online desde el confinamiento, cuando existe también la modalidad presencial.
EL PAÍS. ELISA SILIÓ. Madrid - 22 ENE 2021 - 09:41 CET
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