lunes, 27 de septiembre de 2010

Cargociencia / Feynman

Algunas ideas de Richard P. Feymnan podrían alumbrar notables avances en las ciencias sociales. ¿Cómo calificar a un area de investigación social como científica? Los métodos por sí no son suficientes, aunque las culturas cargo van más allá de este asunto. La idea parece buena para valorar los resultados, los hechos, si los aviones no llegan algo debe fallar.

 Biografía de Richard P. Feynman en Wikypedia
En antropología la obra de Marvin Harris (2002): Vacas, cerdos, guerras y brujas dedica una amplio capítulo a tratar las culturas cargo, aunque la imagen parcial que de ellas extrae Feynman es más útil a para el objeto de determiar los requisitos del conocimiento científico. Aplicado al terreno de las ciencias de la enseñanza el comentarios se encuentra en la obra ¿Está Vd. de broma, Sr. Feynman? Estas son las líneas donde desarrolla sus argumentos:

    "Durante la Edad Media se creía en toda clase de ideas descabelladas, como, por ejemplo, que un trozo de cuerno de rinoceronte tenía el poder de aumentar la potencia sexual. Se descubrió poco después un método para separar las ideas buenas de las malas, que consistía en mirar si funcionaban, y a las que no funcionasen, eliminarlas. Evidentemente, este método acabó convertido en ciencia organizada. Se desarrolló muy bien, y por eso nos encontramos hoy en la era científica. Tan científica es hoy nuestra época, que nos cuesta trabajo comprender cómo pudieron llegar a existir brujos, dado que nada -o muy poco- de lo que ellos proponían podía funcionar de verdad.
     Pero incluso hoy me tropiezo con un montón de gente que más pronto o más tarde acaba por llevar la conversación hacia los OVNI, la astrología, o alguna forma de misticismo, o de ampliación del estado de conciencia, o de la percepción extrasensorial, y así a menudo. Y he tenido que llegar a la conclusión de que no estamos en un mundo científico.
     Tanta es la gente que cree en cosas maravillosas o sobrenaturales, que me propuse averiguar por qué. Y eso que se ha llamado "mi curiosidad por la investigación" me ha puesto en un brete, porque es tanta la basura, que me siento desbordado y exasperado. Empecé por investigar distintas nociones de misticismo y de experiencia mística. Me he metido largas horas en tanques de aislamiento y he estado mucho tiempo en estado de alucinación, de modo que algo sé sobre el particular. Fui después a Esalen, donde parece estar la cuna de esta clase de pensamiento (el lugar es maravilloso; vale la pena visitarlo). Y allí me vi superado. No me había dado cuenta de hasta dónde llegaban las cosas. (...)
     Pero entonces empecé a considerar, ¿en qué otras cosas estamos creyendo? (Y pensé entonces en los brujos y en lo fácil que hubiera sido desenmascararlos sin más que irse fijando en que ninguno de sus remedios funcionaba de verdad.) Descubrí de este modo cosas en las que todavía cree más gente, como por ejemplo, que tenemos conocimientos sobre el problema de cómo enseñar y educar. Hay grandes escuelas pedagógicas que propugnan determinados métodos de enseñanza de la lectura, o de enseñanza de las matemáticas, y así sucesivamente; pero si uno se fija, observará que las calificaciones de nuestros escolares en lectura siguen disminuyendo -o al menos, no aumentando- a pesar de estar continuamente recurriendo a estas mismas personas para mejorar los métodos. He aquí un remedio de brujo que no funciona. Debería ser examinado a fondo. ¿En qué se fundan para saber que sus métodos deberían funcionar? Otro caso similar es el de cómo tratar a los delincuentes. Es obvio que el método que estamos aplicando no ha conseguido reducir la delincuencia. Teoría hay mucha; progresos, ninguno.
    Y no obstante, se dice que tales cosas son científicas. Y las estudiamos. Yo tengo la impresión de que la gente ordinaria, la gente que tiene sentido común, se siente intimidada por esta pseudociencia. Un maestro o maestra que tenga una buena idea para enseñar a leer a los niños de su clase puede verse en la obligación de hacer las cosas de otro modo a causa del sistema educativo, e incluso puede llevarle indebidamente a la conclusión de que su método no puede ser bueno. Los padres de chicos malos, que se han esforzado de uno y otro modo por corregirlos, pueden acabar sintiéndose culpables el resto de su vida porque lo que hicieron no era lo que según los expertos, deberían haber hecho. Tendríamos por tanto que examinar a fondo las teorías que no funcionan y distinguir la ciencia de lo que no lo es.
     Me parece que los estudios psicológicos y pedagógicos que he mencionado sirven de ejemplos de lo que quisiera llamar "cargociencia". Permítanme que les explique. Hay en los Mares del Sur gentes que adoran a los aviones de carga. Durante la guerra mundial vieron cómo los aviones de transporte aterrizaban en sus islas, cargados de magníficos materiales, y quieren que ahora ocurra otro tanto.
     Y han preparado pistas de aterrizaje con hogueras señalizadoras a los lados; han construido cabañas de madera que remedan la torre de control, en la que se sienta un hombre -el controlador de vuelo- con unas piezas de madera en la cabeza -los auriculares- y de la que sobresalen largas varas de bambú -las antenas- con la esperanza de atraer otra vez a los aeroplanos. Se están esmerando. La forma es perfecta. Todo tiene el mismo aspecto que tenía antes. Pero no funciona. Los aviones no aterrizan. Por eso he Ilamado "cargociencia" a aquellas cosas: aunque parecen obedecer a todos los preceptos formales de una investigación, están dejando de lado algo sumamente esencial. Porque los aviones no aterrizan.
     Ahora, como es obvio, me correspondería diagnosticar lo que falla y decírselo a ustedes. Pero eso me sería tan difícil como explicarles a aquellos polinesios cómo han de organizar las cosas para que su sistema reciba riqueza del exterior. No se trata de cosas sencillas, como la de perfeccionar la forma de sus auriculares. Ahora bien, sí hay un rasgo peculiar de la ciencia cuya ausencia observo por lo general en la cargociencia. Se trata de una idea que todos confiamos hayan adquirido al estudiar ciencias en la escuela. Nunca se dice explícitamente en qué consiste; esperamos más bien que ustedes la capten merced a todos los ejemplos de investigación científica. Así pues, puede ser interesante sacarla a colación aquí y hablar explícitamente de ella. Es una especie de integridad científica, un principio de pensamiento científico que equivale a una especie de probidad a ultranza, algo así como querer refutar lo hecho. Por ejemplo, si estamos realizando un experimento, deberíamos dar cuenta no sólo de lo que nos parece que tiene de correcto, sino de todos los aspectos que a nuestro juicio podrían invalidarlo: otras causas que podrían explicar los resultados obtenidos; cosas que uno piensa han quedado descartadas por otros experimentos, y cómo funcionaron éstos; todo lo que garantice que los demás pueden saber qué es lo que se ha descartado.
     Si uno los conoce, deben darse los detalles que pudieran hacer dudar de la interpretación propia. Se debe hacer el máximo esfuerzo para explicar lo que no encaja, o pudiera no encajar. Por ejemplo, si uno elabora una teoría y la da a conocer, o la publica, se deben dar a conocer los hechos relevantes que discrepan de ella, y no sólo los que converjan. Existe además un problema más sutil. Cuando uno ha reunido y ensamblado un montón de ideas y confeccionado con ellas una teoría, al explicar qué cosas encajan en ella es necesario asegurarse de que las cosas que encajan no sean meramente aquellas que nos dieron la idea para la teoría; hace falta además que la teoría recién acuñada haga salir a la luz cosas nuevas.
     En resumen, la idea consiste en esforzarse en dar la totalidad de la información para que los demás puedan juzgar con facilidad el valor de la aportación, y no en dar solamente información que oriente el juicio en una u otra dirección. La forma más sencilla de explicar esta idea puede ser echar mano de la publicidad comercial. (...)
     Hemos aprendido por experiencia que la verdad acaba por salir a la luz. Otros experimentadores repetirán los experimentos y averiguarán si estábamos en lo cierto o no. Los fenómenos naturales serán concordantes o serán discordantes con nuestras teorías. Y aunque uno pueda alcanzar temporalmente cierta fama, no se llega a adquirir una buena reputación de científico si no se esfuerza uno en ser muy cuidadoso en este tipo de trabajo. Y es este tipo de integridad, este tipo de cuidado en no engañarse a sí mismo, lo que se echa muy en falta en muchas de las investigaciones de la cargociencia. Gran parte de las dificultades con que tropiezan residen, desde luego, en la dificultad de la materia que estudian, y en la imposibilidad de aplicar en ellas el método científico. Sin embargo, vale la pena destacar que no es ésta la única dificultad. La dificultad estriba en por qué no aterrizan los aviones. Porque no aterrizan".

FEYNMAN, Richard P.: ¿Está Vd. de broma, Sr. Feynman?, Alianza Editorial, Madrid, 2000, pp.392-403.


Cargo Cult
Pacific


Estas imágenes sobre las culturas/cultos "cargo" son las más próximas a la idea transmitida por Feynman sobre las maneras imposibles de hacer ciencia, imitando de forma tosca los objetos y el método que tan operativo se muestra en otras ciencias.  Feynman ¿tiene razón? o quizá se equivoca.



Hace algunos años en las salas de cine se estrenó Los dioses deben estar locos, una cinta en la que un aviador deja caer una botella de Coca-Cola que por azar lo hace en medio de un poblado de aborígenes australianos. Aquel "regalo de los dioses" es el eje sobre el que se desarrolla el argumento.
Ciencia
Social sciences as seudo-sciences / Feynman


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